periodistas con cámaras

La desprofesionalización del periodismo

Según el último informe de a la Asociación de la Prensa de Madrid, casi 10.000 periodistas estaban en paro a finales de 2011. A finales de 2012 esa cifra pasó a los casi 30.000. No es de extrañar si recordamos las últimas noticias sobre los EREs en grandes empresas editoras como Prisa o Unedisa o en algunas más pequeñas como IDG o Diximedia.

¿Es posible el periodismo profesional con la crisis de los grupos mediáticos?

Esta situación nos lleva a reflexionar sobre la importancia del periodismo en el día a día actual, sobre todo en un momento en el que las grandes instituciones españolas lideran la desconfianza de los españoles (la clase política es el tercer mayor problema de España, según los últimos barómetros del CIS).

De hecho, muchos periodistas se han propuesto mostrar su preocupación con chapas en las que se puede leer “Sin periodismo no hay democracia” porque creen que en la actual coyuntura, el llamado “cuarto poder” no ejerce correctamente sus funciones de control e información como se le presupone.

Si bajamos a un aspecto más terrenal y mundano, podemos preguntarnos si es posible hacer el trabajo de forma profesional en redacciones mermadas, con periodistas sin tiempo de análisis y con cada vez más frentes abiertos y menos recursos para abordarlos.

Lo que nos encontramos hoy en día en muchos medios es redacciones repletas de becarios en períodos de formación pero sin periodistas que les ayuden a comprender cuáles son los desafíos del trabajo; a periodistas cansados de sufrir directa o indirectamente la ineficacia de los consejos de dirección de sus empresas y con la mente puesta donde no debería estar; y, lo que es peor, trabajadores de otros sectores que intentan buenamente hacer lo que deben pero que no tienen ni la formación ni la experiencia para realizar sus tareas de forma profesional.

Si no es así, no se pueden entender las noticias que leemos cada día, que incluyen desde imágenes de Rafa Nadal para ilustrar al premio literario, errores ortográficos a toda página o incluso mezclar opinión política con información en una simple crónica deportiva.

 

Imagen de portada de Engin Akyurt en Pixabay.

Imagen de interior de Free-Photos en Pixabay.